
Prefiero las cosas sencillas, básicas, esas que nos satisfacen a poco precio. Que sé yo, una tarde de charla, un paseo sosegado por el campo, leer a Benedetti frente al mar, pedalear con mi bici por el Retiro.
Prefiero que me quieran, a que me ignoren, respetar a ser a respetado. Prefiero escuchar lo que me cuenten que bombardear a nadie con mis traumas, que para eso ya esta el blog.
Prefiero a una persona buena que a cientos malas, y a un amigo que merezca la pena, que a muchos conocidos a los que saludar.
Andar por la vida con paso firme, que de puntillas no se aguanta el equilibrio.
Prefiero el olor de la piel recién lavada, que un exceso de perfume, una sonrisa sincera que la que me ofrecen el banco (solo cuando voy a ingresar).
Aun mantengo un poso de inocencia, ya es difícil, no quiero ser un resabiado de la vida, un adulto maduro y con las ideas claras. Prefiero seguir paseando por el país de “nunca jamás”, que crecer de golpe y tenerlo todo claro. Así no me cuestionaría nada.
Prefiero respetar otros puntos de vista, la fe de los demás, las ideas políticas de cada uno, que imponer las mías (exponerlas es otra cosa).
Disfruto más perdido en cualquier tasca, en cualquier antro de Madrid, que en las discotecas mas selectas. Prefiero a la gente de la calle que a los del Congreso, normalmente son mucho más sabios. Prefiero contar lo que me sale de dentro que imponerme una norma.
Me quedo con el verbo querer y no con el de odiar, el cual destierro de mi vida en cuanto empieza a hacerse notar (debe ser algo humano).
Prefiero las faltas de ortografía, las palabras mal dichas de mis vecinas del barrio, las conversaciones de las señoras en la cola del supermercado, que a Sarkozy, Merkel y Zapatero en la sede de la unión europea decidiendo el futuro de la humanidad … Así nos va!
Prefiero tolerar, que discriminar; la peseta al euro, el dialogo a la sordera. Prefiero el olor a cocido madrileño en casa de mi madre, a un asado de foie de oca, con guarnición salvaje del mas allá, aromatizada con canela clavo y azafrán de las islas Seychelles.
Prefiero la literatura a la prensa, la música al ruido de los coches. La fe en Dios, a la negación de la existencia del alma. Prefiero creer que somos algo mas que materia, como un cerdo o una vaca, y que de repente nos hemos convertido en seres humanos. Prefiero pensar así.
Prefiero que España sea una, y no dos, que lo de las dos Españas me suena a algo malo, muy malo que no quiero fomentar.
Prefiero ser tonto, a ser tan listo como la mayoría. Por que a un tonto siempre le queda la opción de aprender, caer, levantarse y equivocarse, que a los tontos todo se nos perdona.
Por eso prometo respetar por igual a las personas de derechas y a aquellos que aun creen en la izquierda. Yo me quedo en medio, lo prefiero, por que ambos tienen la misma parte de razón y derecho a creer en lo que quieran.
Prometo que mientras tenga vista, y cordura, seguiré soñando con los versos de Machado y las historias de García Márquez. Que seguiré escuchando toda clase de música mientras mis oídos puedan oir lo que cada uno me quiera contar. Cada post que leo vuestro, engrandece mi catálogo de conocimientos.
Prometo no abandonar jamás a mis amigos, ni que nadie de mi entorno se sienta olvidado por mí. Querer a los que me quieren y a los que me odian. Poner la otra mejilla no me hace débil sino superior al rencoroso.
Llamar al amigo que no me llama por falta de tiempo no me rebaja, me engrandece. No crecer, no me hace inmaduro, sino capaz de mirar el mundo cada día con ojos nuevos.
Creer en Dios no me hace ignorante, ni infantil, ni antiguo, ni mojigato, me hace persona; al igual que creer en el ser humano, me humaniza.
Prometo conocer gente nueva, propósito que me persigue desde hace tiempo, reírme de todo, aprender de la sabiduría de los demás.
Y prometo, ante todo, ser feliz conmigo mismo y hacer felices a los demás; algo que hace bastante tiempo que conseguí gracias a mis “prefieros y prometos”.