miércoles, 30 de marzo de 2011

De vez en cuando la vida


De vez en cuando la vida se hace notar. Nos recuerda que está ahí, esperando que nos acordemos de ella, de su inmenso valor. Siguiendo el curso de los días, esa cosa misteriosa que es la vida llama a la puerta o nos estampa un sartenazo contra la cabeza que nos hace frenar y mirarla cara a cara, y hasta dialogar un rato con ella y expresarle las más bellas palabra de amor.
De vez en cuando la vida nos besa en la boca, con sus labios finos y dulces y nos entrega todos sus colores para que juguemos con ellos; nos dice: “míralos, ahí están a tu disposición y sin embargo has dejado pasar el tiempo mirando a otro lado”.
De vez en cuando se enfada con nosotros, y nos llama al orden como nuestros profesores lo hacían en el colegio (dulces recuerdos..), nos regaña como una madre temerosa de que sus hijos vayan por el mal camino, y luego nos envuelve y nos besa y nos acaricia con sus manos suaves …
La vida …
Que don tan preciado y tan despreciado por nosotros hasta que nos damos cuenta de que es perecedera, rápida, a veces rencorosa hasta límites insospechados. Nos la guarda y nos castiga incluso de forma inmerecida …
La vida …
De vez en cuando la vida nos estampa contra un muro, ese que nunca pensamos que íbamos a ver. Y te quedas tan petrificado, tan atontado con el golpe que al levantarte vas por el mundo como mareado, sin rumbo; pero cuando todo lo ves perdido, ella despliega sus alas de colores y nos muestra el mar, el aire, los amigos que nos quieren, los niños que juegan alrededor. Nos enseña su catálogo de cosas bellas, de personas, de ambiciones, de proyectos.
Puta vida. Ramera que no nos deja descansar ni ser felices todo el tiempo que quisiéramos, que juega con nosotros a su juego perverso e imprevisible.
A veces la vida se repliega y se acobarda. Es como si nos dijera: “sigue, sigue sin acordarte de mí, que ya me haré notar cuando menos te lo esperes”. Y siempre cumple su palabra.
Una de cal y otra de arena, debe ser el lema que lleva por bandera. Ten cuidado, no te vayas a pasar. Comete un error que yo me lo cobro.
La vida, tan corta y tan larga, tan divertida y tan difícil. Tan variada. Hoy aquí, mañana quien sabe. Hoy feliz, o tonto o lo que sea … ¿y mañana?…
Pero cuanto la amamos y la necesitamos. Cuanto quiero a esta vida que se tambalea como los árboles en un día de viento.
A veces me siento frente a ella (hay momentos en los que no queda otra) y la grito con toda la fuerza de que soy capaz “Explícame: me merezco una explicación”, pero ella es silenciosa y deja que su compañero el tiempo, resuelva nuestras dudas.
Dirás ¿que le pasa a este chico? ¿Qué problema tiene con la vida?. Básicamente uno: que no la entiendo. Que me cuesta comprender su rencor y su amabilidad. Principalmente que me aferro a ella y a veces veo como se hace notar.
Vida sana, vida buena, larga vida. Palabras que utilizamos sin pararnos a ver que significan, pero ¿Qué somos nosotros sin nuestra vida? Materia, simple materia. Carne y vísceras, grasa y fluidos putrefactibles. Nada más
De vez en cuando merece la pena parar, sentarse a contemplar la grandeza del mundo con los ojos que la vida nos a prestado. Que un instante cada día alcéis la vista a la bóveda del cielo y deis gracias por vivir. Que merece la pena pensar en todo lo que tenemos aquí y como perdemos el tiempo …
Merece la pena …
Camina siempre con el bien de la mano. No dejes que nada te aparte de la felicidad, que nada te aleje de tu sendero. Que cuando camines por él observes el florecer de los árboles en primavera, el cielo de Madrid en verano y el mar cuando atardece. Que goces con las risa sencilla y tierna de un bebe, con las palabras sabias de nuestros padres. Que acaricies su rostro arrugado y lo beses dando gracias por haberte dado la vida.
No hay mayor museo que este mundo ni mayor alegría que el mero hecho de estar vivo.
Cuando camines, por este corto tiempo que la vida nos deja pasear por aquí, piensa que tal vez lo que ves hoy, mañana ya no exista.
Por que alguna veces la vida esta tan bonita que da gusto verla, y otras se torna en negro o en gris para enseñarnos su otra cara.

martes, 22 de marzo de 2011

Francamente querida, me importa un bledo


Muchas veces me he preguntado el por qué del acumular. Por qué me gusta tanto guardar cosas inservibles, recuerdos de otros años, fotografías, objetos que pertenecieron a algún familiar, recortes, vídeos ... mil cosas que atesoro como si entre todos ellos formaran un cuerpo físico que andará solo, sin mí. Si alguien se dedicara a recoger todos mis objetos y ordenarlos cronológicamente probablemente podría hacer una biografía bastante acertada de mi mismo.
Si, antes de que alguno diga en sus comentarios que acumular no sirve para nada, yo le digo que tiene razón pero cada uno tiene sus fetiches y a mí me cuesta mucho tirar cosas que me recuerdan algo o que tienen un valor sentimental importante ( muchas otras van a al basura...)
A lo largo de la vida acumulamos también personas, a las que también me cuesta tirar a la basura, seres que pasan por nuestra vida y de los que me pregunto si habremos dejado alguna huella por pequeña que sea, que opinión les habremos causado, como nos recordaran (si es que los hacen) cuando transcurridos unos años nosotros nos hayamos convertido en un objeto más para ellos: compañeros del colegio, de trabajo, primos hermanos que vimos en el último entierro o la ultima boda. Siempre he llevado como lema y he recalcado a los recién conocidos que cuando una persona entra en mi vida, por mi parte siempre entra para quedarse; es cosa de cada uno marcharse... algo que por cierto ocurre con frecuencia.
A lo largo de la vida, acumulamos ilusiones que se van transformando en otras. Proyectos cumplidos y siempre pendientes de realizar. Viajes que no llegan y otros que dejan decenas de fotografias ... Amores que se trasladan a otras personas.
Pasamos por diferentes hogares, casas que convertimos en nuestro mundo para luego vender y trasladarnos a otros mundos (yo eso lo hago hasta en la misma casa, dispongo de diferentes mundos donde instalarme)
¿Con cuantas personas compartimos cama?¿A cuantas deseamos durante un espacio de tiempo?¿De cuantas nos enamoramos?
Y yo ahora me pregunto ¿cuando nosotros nos marchemos de este mundo, que huella habremos dejado en las personas que nos recuerden?¿Que pasará con todos los objetos? ¿quien volverá a mirar las fotografías y heredará nuestra casa? Cuando nosotros nos marchemos ¿que opinión tendrán de nuestra vida los que aquí se queden?
Yo, que tantas veces me equivoqué sobre mi mismo, que tan bueno me vi. Yo que me creí fiel a mi verdad, que empecé a cuestionarme las cosas cuando los demás me las preguntaron. Yo, que creí que maduraría, que pensé que el mundo era un espacio luminoso y amplio donde tropezarnos con gente interesante.
Yo, que ya lo he conseguido, que ya tengo mi universo tontamente universal, me pregunto, ¿quien se acordará de nosotros cuando hayamos muerto? ¿Quien recordará nuestras risas y atesorara los objetos que nosotros guardamos con tanto interés? ...
Y, como dijo hace poco la grandísima Sara Montiel cuando le preguntaron que qué opinión quedará de ella y con todo su glamour contestó "a mí me importa un bledo, yo no me voy a enterar".
No puedo mas que suscribir sus palabras; ¿que pasara con mis cosas?¿quien heredara mis bienes? ¿como me recordaran.... ? Sólo me cabe decir: "francamente querida, me importa un bledo, yo no me voy a enterar ..."

martes, 15 de marzo de 2011

O lo que ocurre cuando se es madre...


No es que me hay vuelto loco y ahora de repente quiera ser santa y madre. No es eso, que a mí lo de padre, madre o cualquier cosa que represente una responsabilidad de tan alto calado no va conmigo, bastante tengo con ser tonto e intentar ser santa o pecador. El caso es que este post es una sugerencia de mi propia hermana.
Mi hermana es como la mitad mía, y si alguna vez no estuviera yo sería un hombre partido por la mitad; imaginaos, con solo medio cuerpo y medio cerebro y las vísceras desparramándose por el cuerpo incompleto … que lío...
El caso es que mi hermana ha sido madre de dos niños, con lo cual, si ella es la mitad mia, y yo he sido medio padre de dos niños, es como si hubiera sido padre de uno entero que es lo que hacen dos mitades. .. Y ella ha sufrido una completa transformación, la transformación de ser madre de dos, con los cual un montón de preguntas han comenzado a formularse en su cerebro, el medio cerebro tonto que comparte conmigo. Por ejemplo se pregunta por qué empieza a limpiar los mocos y las babas de sus hijos con la manga del jersey o con un pañuelo de papel súper arrugado que lleva en el bolsillo del abrigo desde no se sabe cuando. ¿Será algo de la escuela de madre, algo que brota de forma inconsciente tras el parto?
Y, ¿por qué la paciencia se hace infinita o más, por qué se recoge el pelo con unas pinzas, en vez de hacerse un precioso moldeado como antes? ¿por qué la cartera la lleva en la bolsa de los nenes y el bolso esta en el armario? ¿por qué guisa mas de cuchara y hace menos ensaladas? ¿por qué sale a pasear con el carro de los niños en vez de ir al gimnasio?, y ¿por qué adquiere ese meneillo típico de "voy a dormir a este niño"? ¿por qué tararea canciones de ayer de las que casi ni se acuerda …? ¿por que no canta ya canciones del canto del loco, o de Fangoria, y de repente se le ocurre para dormir al niño una copla del año del hambre?...
Ahora se queda a recoger el salón cuando todos se acuestan, y saca las pechugas del congelador la noche anterior. Ahora se despierta 20 veces en la noche a ver como va la fiebre del niño y antes caía una bomba junto a su cama y no la oia.
Ahora habla con las vecinas y en todo momento de los niños... claro cada una de los suyos; porque antes los bebes tenían las orejas grande o la nariz puntiaguda o yo que se... y los suyos son preciosos, por supuesto, y listísimos y muy espabilados para la edad que tienen...
El caso es que el ser medio padre y ver a mi hermana (al completo) convertida en madre me ha hecho reflexionar sobre esto de la maternidad, un mundo lleno de porqués que va unido al nacimiento y que con el tiempo se agrava con frases como" esto ya lo sabia yo" "te vas a romper la crisma" " come o no hay otra cosa" " si no hay hambre para esto no hay hambre para nada" "Estate quieto que al final cobras" " Ya veras cuando venga tu padre", “ni fiesta ni fiesto” y un largo etcetera de frases hechas por y para las madres. Según crecen ellos crece el largo de su brazo, para que en cualquier circunstancia la mano llegue a su boca si dice algo indebido, o a su culo cuando se pasan de la raya.
Es un compendio de cambios increíbles. Igual que la mujer no tiene el hueso de la cadera cerrado para dar de si en el momento del parto, el hombre si lo tiene cerrado y unido, en esto y en todo lo demás. A mi hermana le inquieta saber como produce leche, y como la almacena sin hacer ella nada y por qué es un pozo sin fondo mientras ellos comen.
Todas estas preguntas y muchas más que planteamos en este post, que como no podía ser de otra manera está escrito entre mi hermana y yo, o sea entre yo y mi otra mitad, o sea entre uno solo.

lunes, 7 de marzo de 2011

Quiero ser Santa

En la emisora de radio que escucho habitualmente hacen una pregunta a la gente de la calle, les dicen “¿Qué quería ser usted de mayor?”; y la persona en cuestión contesta: pues piloto, modelo, azafata … Y continúan “¿Y al final cual a sido su profesión?: pues reponedor de supermercado, mecánico de coches…
Yo de pequeño quería ser de profesión Santo, como los santos niños Justo y Pastor patrones de mi ciudad. Ya me veía yo para toda la eternidad martirizado y dando mi vida por Cristo con esa cara constante de primera comunión, como absorto en la santidad.
A los diez años comencé a practicar delante del espejo. Ser santo no debe ser nada fácil, pero en cuanto me informé un poco de los santos y santas que más me interesaban me topé con la primera dificultad; quitando a San Lorenzo, el pobre achicharrado en una parrilla y San Juan de la cruz pasando frío con sus sandalias, me interesaban mucho más las Santas que los Santos y no estaba por la labor de operarme. No creo, además que la iglesia me hubiera canonizado como la primera santa transexual, no soy yo de abrir caminos. No me quedaba otra que ser santo, por mucho que me atrajera la idea de arrancarme los ojos como Santa Lucia y pasearlos por todo mi barrio en una bandeja de plata.
El primer paso fue meterme en la iglesia y acampar alli. Misa de Domingo fija y alguna que se escapaba entre semana. La comunión y la confesión siempre que atravesaba la puerta del templo. Un dia se lo dije al sacerdote en confesión:
-Padre, quiero ser santa.
-Diras santo, hijo, Santo.
-No padre quiero ser Santa, Santa. Beata como poco.
No me hizo mucho caso y continuó indicándome el camino a la santidad, que básicamente se puede sintetizar en dejar de hacer todas las cosas que te gustan y pasar todo tipo de calamidades. No obstante la recompensa a tanto esfuerzo es muy grande. Por ejemplo la idea de permanecer incorrupto es muy seductora, que la gente te visite y después de cien años muerto huelas a rosas. También me obnubilaba solo de pensar que si me convertía en Santa podría levitar, tener estigmas en las manos y hablar con voz de hombre mayor.
Empecé a comprarme todo las biografías que pude de las santas mas molonas, como Santa Teresa, súper mística, o santa Elena, tan viajera ella buscando por el mundo la cruz de Cristo. Pero las que me convencieron del todo fueron santa Justa y Santa Rufina que por negarse a regalar dos vasijas de barro para un culto pagano, las torturaron hasta la muerte y al final se hicieron santas. Tampoco era tan difícil al fin y al cabo, y todo eran ventajas.
Lo de azotarme no me terminaba de convencer, así que lo deje para más adelante. Practiqué todo lo que pude con la levitación pero no llegué a levantarme ni un centímetro del suelo, lo cual comenzó a decepcionarme. Si no podía levitar un rato cada día esto perdía interés. Será cuestión de insistir, este tipo de cosas solo lo hacen unos cuantos santos, no todos....
Fui creciendo rodeado de santidad, evitando a toda costa el pecado, tan maligno y que me apartaría de todas esas santísimas ventajas.
Con la edad, lo de quedarme en éxtasis cada vez me costaba más. Bueno, lo conseguí varias veces con 18 años en la discoteca, pero ese es otro asunto.
Resultó entonces que el diablo comenzó a tentarme; forma parte de la santidad si no hay tentación no hay esfuerzo. Uno tiene que ser tentado por los placeres mundanos para poder alcanzar la fuerza moral como para resistir. Pensé que me podría pasar como a Santa Agueda, otra santa molona que murió virgen, y es que cada vez que tenía que sufrir una tortura, llegaba otro santo en sueños se le aparecía ella entraba en éxtasis y ya como si nada. Pero no fue así, el diablo me tentó y por más que intenté que San Andrés Bobolio que a tantos infundó la fe se me apareciera en sueños y me evitara ese tormento, no hubo manera, se resistían a tenerme entre los suyos.
Un día conocí el pecado a fondo y comprobé que divertido era un rato, casi más que ser santo: puedes comer lo que quieras, aunque sea gula, dormir hasta la saciedad, abrigarte y no ir con sandalias en invierno, tener dinero, acostarte con quien quieras... En fin todo aquello que desde luego no era compatible con ser santo. De todos modos para lo de la santidad había tiempo, pensé, podría arrepentirme de todo cuando fuera mayor y me hubiera cansado de pecar y con unos añitos de buen cristiano, a lo mejor después de muerto el Papa me hacía como poco Beato, que no es lo mismo que santo, pero que no te deja en mala posición. La Beata Maria Ana de Jesús tiene su propia basílica, no esta mal …
Así que, así me encuentro ahora, pecando todo el rato, descubriendo lo placeres mundanos en vista de que lo otro no habido forma de conseguirlo.
Si alguna vez escucháis por la radio a alguien contestar a la pregunta de que quería ser de mayor y dice que quería ser santa, ese soy yo; ¿Y en que te has convertido?. Pues básicamente en pecador, tonto y universal entre otras cosas…

martes, 1 de marzo de 2011

Universal


Así me sentí al día siguiente de mi andadura como tonto. Casi no me había dado tiempo a percibir lo bien que se siente uno con su subnormalidad a cuestas, sin tener que explicar los actos propios a nadie ni argumentar nada, cuando en la noche empecé a darme cuenta de que además de tonto era universal, como la geografía y la historia, que es universal una por el espacio y la otra por el tiempo. Es decir, si uno es universal se escapa del tiempo y del espacio. Es mucho mas cómodo y se complementa perfectamente con la tontuna.
Acostumbrado como estaba desde que nací a ver el mundo desde dentro, es decir desde mi propio cuerpo, desde la ventana de mis sentidos, comenzar a verlo desde fuera, sin la carga de uno mismo me resultó algo complicado al principio, pero a lo bueno te acostumbras enseguida.
Para no confundir mi yo universal, con el otro decidí marcarme con algo que me distinguiera, que fue dejarme barba durante el tiempo que durara la experiencia. Así cuando me afeitara volvería a ser el tonto no universal, por que ese ya se ha quedado crónico. Hoy por hoy debo decir que todavía llevo la barba, me he acostumbrado a la universalidad de una manera que ahora no puedo volver a meterme dentro de mi mismo.
Algunos se preguntaran en que consiste esta extraña circunstancia que, aunque no os lo creáis es tan real como yo mismo, mi yo tonto me refiero.
Pues es sencillo: es verte desde fuera en todo momento. Lo puse en práctica la primera noche que salí de copas, ya llevaba unas horas de universalidad. Empecé a flotar por encima del local y me vi a mí mismo haciendo el tonto con una copa de más, forzando a veces la risa, intentando provocar y seducir a todo el entorno. ¿Ese era yo?. Me acerqué un poquito más y me reconocí por el perfume, llevo años usando el mismo y ya esta un poco pasado de moda, pero me identifica muy bien si me pierdo. Tuve otra experiencia similar en el trabajo, donde me organizo fatal y pierdo mucho el tiempo. Mi yo universal se aburre muchísimo allí, así que me marché y dejé solo al tonto haciendo lo que no queda más remedio que hacer para poder comer. En eso tengo ventaja, al ser etéreo no necesito comer; de eso se encarga el tonto.
Salí a comprar algo de pan para él y me crucé con una señora que resultó ser mi abuela universal; como el tonto nunca tuvo abuelos porque murieron antes de tiempo, al menos el universal podría tener los que quisiera, así que como la mujer iba cargada con una bolsa llena de comida, le dije “Abuela, le llevo la bolsa hasta el portal de su casa” y ella me respondió “gracias hijo” y me dio la bolsa que pesaba un mundo para un ser como yo. Me surgió una duda, yo la llame abuela y ella hijo, ¿será mi madre universal en vez de mi abuela? Porque claro en esto de la universalidad no hay edad.
En mi mundo universal tengo una casa de campo, un montón de animales que ni huelen mal, ni hacen ruido, ni hay que sacarlos a la calle. También tengo una vida universal sin compromisos de ningún tipo, me dejo llevar por el aire o la lluvia, es lo que tiene mi privilegiada posición, y cuando el tonto tiene un problema o algo que le preocupa, me pide ayuda. Entonces yo, le cojo de la mano, y le elevo por encima de su cabeza, le saco a la azotea del edificio y desde allí le subo hasta arriba. Vemos Madrid desde el cielo, lleno de luces. Luego de un salto nos elevamos hasta la bóveda del cielo, vemos España como se veía en los mapas que dábamos en geografía universal, y desde allí subimos hasta que el mundo no es más que una imagen similar a la de google maps. Entonces siento al subnormal en una estrella, me unifico con él y le digo: ¿ves que poquitos somos? Apenas una mota de polvo en el universo universal, imagina nuestros problemas, nuestras inquietudes, no son nada. Nosotros mismos nos las inventamos, las universalizamos; y sin embargo para no ser nada cuanta grandeza tiene cada persona en su interior que puede ser tonto, listo, aburrido, divertido y, con suerte como yo, hasta universal.
Un tonto universal que cuando le viene bien se inventa su mundo y allí se queda tan ricamente.
Que pereza me da afeitarme...
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