Y por ser el último día nos dimos el madrugón. No fuimos los únicos que decidimos levantarnos a las cuatro y media de la mañana. Como siempre algún que otro peregrino ya nos había tomado la delantera. Desayunamos en el albergue, casi a oscuras, nos abrigamos más de la cuenta por que no hacia mucho frio y comenzamos a andar.
El pueblo estaba apenas iluminado por unas cuantas farolas y salvo el ruido de nuestros bastones no se oia nada más. Tomamos calles, giramos, volvimos a subir una pequeña cuesta asfaltada y al final la boca del bosque se abrió, oscura y lúgubre. Estaba todo negro. Encendimos las linternas y fuimos buscando los indicadores del camino. Según nos adentrábamos íbamos perdiendo la referencia de las poblaciones. Oscuridad y el sonido de nuestras pisadas por el bosque es lo único que oiamos.
Teníamos algo de miedo, pero era un miedo placentero. No nos cruzamos con ningún peregrino. Solo nosotros cinco.
Noté el ansia por llegar a Santiago, y la tristeza del final. Otra vez el final. Tuve la tentación de armarme de valor y decir: No, yo me voy hasta Finisterre; pero no soy tan valiente para eso.
Caminamos alrededor de 5 km en la oscuridad de la noche y el bosque. Teníamos que llegar antes de las doce para ir a la misa del peregrino.
Pasamos cerca del aeropuerto, casi bordeando las pistas, y continuamos. Empezaba a amanecer y nos apetecia mucho un café. Lo encontramos un par de kilómetros más adelante. Esta etapa apenas tenía poblaciones.
Paramos a desayunar por segunda vez, y comprobamos que empezaba a chispear. Nos pusimos los chubasqueros, nos reimos del aspecto y continuamos.
Desde la cafetería hasta el monte do gozo es casi una línea recta, asfaltada, con bosques cercados a los lados. Se pasa por Rtve y por la televisión gallega. Notas que la ciudad esta cerca, pero no la ves.
Ascendimos la pesada cuesta hasta el monte y allí, en un dia muy nublado vimos Santiago por primera vez.
Muchos turistas llegados en autobús hacian fotos. Muchas caras nuevas.
Nos fotografiamos, esperamos a Inma y continuamos los cinco kilómetros que nos separaban de la catedral.
Que extraña sensación la de pisar Santiago. Que ansiedad por llegar… Desde que se entra a la ciudad hasta la catedral hay un buen tramo que caminas casi flotando.
Atravesamos el arco que da acceso a la plaza del obradoiro, con su gaitero, el sonido de los bastones, la majestuosa catedral. Ahí estaba, esperandonos….
Todo había terminado ya, o acababa de empezar.... Nos abrazamos, recibimos a más peregrinos que iban llegando y fuimos a por la compostela rápidamente. No nos quedaba tiempo para nada porque a las 3 y media cogiamos el avion de regreso a Madrid.
Este año vi todo mejor organizado, sin colas interminables para la compostela, sin problemas para la misa.
Dejé a las chicas que se acicalaran y me fui a la catedral. Tenia que agradecer la llegada. El fin de este camino no era otro que agradecer al que anda por ahí arriba todo lo que me había dado durante el año. Grandes problemas que se solucionaron, oraciones que no se perdieron, que las recogió.
Gracias por tantas cosas, pero sobre todo por una, o por dos. Mis dos niños y mi hermana que estan aquí para que mi vida sea más bonita de lo que ya es.
Todo mi camino estuvo dedicado a estas tres personas y merecía un rato de silencio, de agradecimiento.
La aventura había terminado. El camino habia llegado a su fin. Una extraña sensación de desasosiego y tristeza me inundó. Pero solo me quedaba esperar dos o tres años más para volver a vivir la experiencia mas bonita que puede vivir un ser humano: Bajar de las nubes y volver a sentirse eso, humano.
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En Melide, comiendo pulpo, Encar me enseñó una oración que había leido en un libro. La leí y decidí que era la mejor manera de resumir el camino. Una buena forma de entender porque se hace esto, por que este esfuerzo. El camino humaniza, iguala, despeja tu mente. El camino te enseña la sencillez y a la vez la grandeza del mundo y de las personas. Si estas aburrido, si todo te parece banal, frió, estúpido; anímate, coge una mochila con poco peso y echa a andar. Deja que el camino te lleve y te absorba. Pronto descubrirás el sentido de tu vida, el sentido de la vida...
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Bienaventurado eres, peregrino, si descubres que el camino te abre lo ojos a lo que no se ve.
Bienaventurado eres, peregrino, si lo que mas te preocupa no es llegar, sino llegar con los otros.
Bienaventurado eres, peregrino, cuando contemplas el camino y lo descubres lleno de nombres y de amaneceres.
Bienaventurado eres, peregrino, porque has descubierto que el autentico camino comienza cuando se acaba.
Bienaventurado eres, peregrino, si tu mochila se va vaciando de cosas y tu corazón no sabe donde colgar tantas emociones.
Bienaventurado eres, peregrino, si descubres que un paso atrás para ayudar a otro, vale mas que cien hacia adelante sin mirar a tu lado.
Bienaventurado eres, peregrino, cuando te faltan palabras para agradecer todo lo que te sorprende en cada recodo del camino.
Bienaventurado eres, peregrino, si buscas la verdad y haces de tu camino una vida, y de tu vida un camino, en busca de quien es el camino, la verdad y la vida.
Bienaventurado eres, peregrino, si en el camino te encuentras contigo mismo y te regalas un tiempo sin prisas para no descuidar el examen de tu corazón.
Bienaventurado eres, peregrino, si descubres que el camino tiene mucho de silencio, y el silencio mucho de oración, y la oración de encuentro con aquel que te espera.
Como he estado leyendo desde que has empezado el camino, y me he quedado sin leer algunos post por el medio, he preferido no leer este todavía, y dejarlo para el final, por ir por orden, así que, en breve vuelvo por aquí.
ResponderEliminarBicos Ricos
¡Al fin la meta! o quizás el comienzo de una nueva etapa de tu vida llena de nuevos conocimientos de ti mismo.
ResponderEliminarFelicitaciones, ahora a descansar un poquito y emprender de nuevo la marcha por la senda de la vida.
abrazote.
Nos ha agradado mucho todo "Tu Camino";no conocíamos ésta Oración,pero creemos lo define bien con "Bienaventurado eres, peregrino, cuando te faltan palabras para agradecer todo lo que te sorprende en cada recodo del camino.
ResponderEliminarBienaventurado eres, peregrino, si buscas la verdad y haces de tu camino una vida, y de tu vida un camino, en busca de quien es el camino, la verdad y la vida."...pero que no acabáses el Camino,llegando a Finisterre,no te lo perdono.
Abrazos y FELICIDADES !!!!
¡Me has hecho andar casi a tú lado, tu formar de explicar tu camino me lo has hecho vivir intensamente. Me alegra "que ese que anda por allá arriba" te haya escuchado.
ResponderEliminarFeliz fin de semana querido amigo, un abrazo.
Marina
Bueno, cari, yo aprecio tu relato y tu experiencia vital, aunque a mí desde luego no me pillan haciendo el camino ni harto de vino. No creo en dios ni diablos ni caminos ni compostelas ni en experiencias misticas y gozosas, la verdad. Y yo creo que hoy en día el verdadero peregrino debe ir en descapotable, como antes iba andando o a caballo, pero no hay que volver a los tiempos pasados, igual que no matamos mamuts a hachazos ni comemos carne cruda al fuego de las fogatas, jaaj
ResponderEliminarTengo que leer tus capitulos anteriores, pq supongo que te habrás pegao una jartá de ver cementerios... ¿no?
Bezos.
Me alegro de que tu andadura haya llegado a su fin con buen pié. El camino de Santiago debe ser una gran experiencia que, por mi parte, no pienso hacer pero que no deja de darme cierta curiosidad.
ResponderEliminarGracias por dejarnos acompañarte un ratito en tu andadura.
Aunque aún voy rezagado unos días atrás, me alegro que hayas regresado sano y salvo.
ResponderEliminarLo importante no es llegar sino como se llega. Así que espero que esta experiencia te haya servido para enriquecerte aún más.
Un abrazo.
Has hecho una buena reseña del camino de Santiago, se nota que has disfrutado, lo único que en Santiago llueve a mares y hay mucha niebla, pero merece la pena.
ResponderEliminarun abrazo
Muchas gracias a todos por los comentarios. Efectivamente es una gran experiencia que te engrandece como persona. Algo difícil de definir si no se vive. Realmente vuelves renovado y apreciando la vida de otro color. Merece la pena.
ResponderEliminarHace muchos años, estuve en ese mismo lugar, aunque por desgracia no haciendo el camino, y debo decirte que cuando veía las caras de los peregrinos y más a su llegada a la catedral, me daba una envida velos disfrutar de ese momento, que daban ganas de salir corriendo hacer el mismo camino de ellos. Pero llegara el día en el que lo haga, eso seguro.
ResponderEliminarUn beso enorme de grande
Ahora si, cari, estoy ya en disposición de opinar de esta última etapa. A que es una gozada llegar y ver Santiago? Por eso lo llaman el Monte do Gozo no? Es una experiencia que llama a volver a hacerla, aunque termines como yo, con los pies destrozados de tanta y tanta ampolla... yo lo repetiría... y en mente tengo precisamente ese camino, el Francés desde León. Enhorabuena.
ResponderEliminarSiempre me quedé con las ganas de hacer una etapa a pie... año tras año, siempre hubo algún impediemento, algún compromiso, alguna ocupación que me ha impedido caminar.
ResponderEliminarAunque tuve durante años la fortuna de contemplar las piedras de Santiago en todo su esplendor y disfrutarlas como yo sabía.
Encantado de leerte.
Besos!