
No siempre miro adelante. A veces me ocurre que sin querer me veo envuelto en involuciones, como si mi vida transitara por corrientes circulares en el tiempo. Un vaivén continuo que aunque tiene como meta avanzar, a veces retrocede. No me disgusta la verdad. No soy yo de los de mirar atrás o quedarse anclado en pasados remotos que poco tienen que ofrecer. Lo del “no hay futuro” también lo llevo a cuestas desde mis raíces punk; pero las involuciones surgen solas.
De un tiempo a esta parte vuelvo a quedarme en casa de mi madre. Mi casa.
El gasóleo ha subido y el sueldo ha bajado tanto que vuelvo al hogar familiar y me ahorro una pasta en viajes del trabajo a casa (Alcalá - Madrid).
Quedarme de lleno otra vez en mi habitación, volver a cenar cada día con mi madre, reencontrarme por la calle con antiguos amigos, compañeros de colegio e instituto me ha hecho volver inesperadamente a un apartado de mi vida casi acabado.
El otro día yendo de casa al trabajo, andando claro, pateando las calles de mi Alcalá del alma, recordé mi adolescencia y juventud por todos esos rincones, por cada calle de mi ciudad. Sentí que estaba en casa, como si todo el tiempo transcurrido desde entonces, desde que me “independicé” por llamarlo de alguna manera, hubiera sido solo un sueño, un parón del reloj que después de volver a ponerse en marcha, vuelve a situarme en mi sitio.
Mi ciudad. Alcalá es mi casa y mi mundo … tal vez mi mundo adolescente, pero mi sitio.
De repente me veo otra vez estudiando, otra vez con problemas para llegar a fin de mes. Otra vez ilusionado y asustado apartes iguales ante un futuro incierto.. Igual que cuando tenia 20 años, igual de perdido que entonces.
Si, estoy metido en una intensa involución. De un tiempo a esta parte han vuelto a mi vida amigos y amigas que creí perdidos (jamás olvidados, yo nunca olvido a un amigo). Personas de las que hacia diez años que apenas sin sabía nada. Reaparecen, quedas a tomar una cerveza y piensas ¿Por qué me he pasado tanto tiempo sin ver a estas personas, si estaban al lado?. Y te alegras y recuerdas que entre ellas y ahora, ha habido muchas más que se quedaron perdidas en los limbos del tiempo, sumergidas también en corrientes circulares.
En casa de mi madre siguen estando mis libros de texto, mis proyectos de fin curso; carpetas con recortes del instituto, mis primeros textos en folios ya amarilleados por el tiempo. En casa de mi madre continúan mis cintas más antiguos, las que no me lleve a mi casa o tire cuando salieron los mp3. Aparece aquella cinta grabada, la primera que escuche de Dead Can Dance, o de Sister of Mercy, y en un cassete antiguo vuelvo a escucharla en algún momentito que queda libre.
Luego, llega el fin de semana y regreso a mi casa, a mi casa de “independizado” digo, y otra vez es presente. Pero de un tiempo a esta parte, no se muy bien lo que es presente y lo que es pasado, y lo que es aun peor, no se lo que prefiero.
Así pues, me dejo llevar, balancearme en estas involuciones - evoluciones, tan repentinas y rápidas. Escojo una de esas camisetas negras de Bauhaus y me la pongo en mi casa de “independizado” y me pierdo entre antes y ahora.
Supuestamente el ser humano evoluciona siempre, pero yo que no soy humano, que soy más bien universal, acabo de descubrir que más qué evolucionar, estoy involucionando y que por el camino ya no se ni a donde voy.
Lo mejor de todo, es que me gusta. Para muestra dejo un tema de aquellos que escuchaba con 20 años, que no he dejado de escuchar y que ahora vuelvo a escuchar mas veces si cabe, como un túnel del tiempo que me mantiene unido.