miércoles, 11 de febrero de 2015

Benditos sean los muertos

Adiós es una palabra fea, una palabra que no me gusta. No la uso, no la entiendo, no la pongo en práctica. No me gusta decir adiós.
Y tiendo a distinguir.
Una cosa son los que se van definitivamente por que ya no van a estar en este mundo, y otra muy distinta los que se quedan aquí.
Y puestos a acordarme de los que ya marcharon me doy cuenta que son muchos. ¿Y donde quedaron sus sonrisas?¿A donde fueron a parar sus gestos, sus sueños, el tacto de su piel?
Soy el pequeño de una familia cuyos padres son los pequeños de sus respectivas familias, por lo que de todos mis tíos ya solo me quedan dos. He ido despidiéndome de ellos año tras año. los he visto marchar vestidos de blanco a bordo de una nave espacial de madera.
Durmiendo.
Tranquilos.
Sonriéndome desde el otro lado del cristal, con la calma en los labios, aquellos que me besaban de pequeño.
Se han ido y cada día, cada noche al acostarme, cada vez que paso por delante de sus casas o percibo el olor de sus perfumes o un gesto en alguien que me los recuerda, ellos se asoman a mi memoria, cada uno con su peculiaridad, cada uno con su timbre de voz exacto.
Me he despedido de tantos con la certeza de volver a verlos algún día que a ninguno le he dicho adiós.
Hasta luego, hasta siempre, hasta la vista...
Y es que adiós en una palabra fea.
Pero hay algo que me da miedo: quizá algún día no me acuerde de ellos. Quizá el tiempo borre de mi memoria la intensidad de su amor, o el color de su pelo. El timbre de su sonrisa. ¿Y si algún día no tengo la certeza de que volveré a verlos?
Benditos sean los muertos sobre los que cae la lluvia.
Con mi regreso al blog me he dado cuenta de una cosa, el fin autodidáctico de este. En todo el tiempo que el blog lleva existiendo ha pasado por muchas fases, pero al final siempre he vuelto a él para aprender, para recordar algo que había olvidado, o simplemente auto complacerme en mí mismo.
Creo que es el momento de que mis muertos se mezclen entre las tumbas y las paranoias, entre el blanco y el negro de este espacio.
Quizá así nunca caerá la lluvia sobre ellos.

4 comentarios:

  1. Antes de seguir un blog suelo curiosear, saber si las palabras resuenan en el vacío o de alguna forma me llegan... Escribes muy bien pero sobre todo fue como si entrara en tu burbuja.
    Cada uno tiene sus motivos para dejar palabras yo, lo hago cuando quiero y cuando puedo y de lo que en ese momento necesito decir. Cuando releo algo antiguo siempre me reconozco porque quizás nunca soy tan sincera como cuando dejo que mis pensamientos se conviertan en palabras.
    El adiós tampoco me gusta, considero que es como los muertos: para siempre. Aunque cuando esos muertos significaron mucho en tu vida no se van del todo, les sigues recordando y resulta, que el recuerdo es más hermoso que la realidad porque lo malo se pierde en una espesa niebla. Eso si, ¡Bendita memoria! espero que nos siga acompañando, no quiero ser sólo un cuerpo caliente pero indiferente.
    Si no hay novedad te seguiré leyendo

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    1. Gracias por pasar por aquí y mucho mas por gustarte. Intento escribir solo cuando lo siento y solo sobre lo que siento, a veces queda mejor y otras peor, pero siempre desde dentro.
      Saludos

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  2. Tengo una frase inventada por mi respecto al adiós: Cuando digas adiós asegurate que sea para siempre, si no con un hasta luego està bien. No inventé el hilo negro pero me funciona.

    Lástima que los muertos no tengan opción de volver.


    Saludos

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    Respuestas
    1. Buena frase. Yo siempre procuro no decir adiós, ni si quiera a los muertos.
      Un abrazo.

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