jueves, 24 de septiembre de 2009

LA MUERTE SIENTA TAN BIEN



Curioso tema este de la muerte y sus protagonistas, los difuntos, eso que algún día seremos todos. Si, ya sé que hablar de la muerte es un tema tabú y según algunos bastante desagradable; sin embargo nos toca lidiar con el cada día y en cada momento. Pones la tele y hay muertos. Cada semana te enteras que murió el padre de un amigo o la hermana de la vecina. Uff que repelus. Y a pesar de esa estrecha convivencia no nos acostúmbranos a que tenemos como morir.
La muerte para mi tiene dos vertientes: la mala (tanatorios, entierros, duelo, lagrimas …) y la buena que es la que me gusta.
El lado frívolo de la muerte que llamo yo.
En ese apartado tan divertido circulan desde rascayú hasta los vampiros (o no muertos), desde la güijas hasta las experiencias cercanas al a muerte, donde se pasea por un túnel luminoso hacia el otro lado.
Que dos vertientes más distintas de la misma cosa.
Todos tenemos miedo a la muerte, a la propia y mucho más a la de nuestros seres queridos, porque en el fondo dudamos que allí, en el otro barrio, haya algo. ¿Y si no hay nada? se acabo el lado frívolo del asunto, ya solo queda el entierro. Yo prefiero pensar que hay algo y así pierdo el miedo, que no la pena.
Mi amigo Manuel Ocasar, me regalo hace años un libro de Luis Carandel sobre tumbas y cementerios, esquelas simpáticas y demás (libro que por cierto no me canso de ojear y que recomiendo a todo el mundo), donde viene una escalera hacia arriba en la que en el primer escalón hay un bebe, en el segundo un adolescente y de hay hasta el quinto donde esta sentado un hombre de mediana edad. Luego la escalera empieza a descender hasta que el último escalón reposa una calavera. Escalofriante.
Si entramos en el tema Vampiros, no paro. Los no muertos, siempre me han gustado tanto que en las películas me pongo siempre de su lado, deseando que chupen mucha sangre de las rubias tan tontas que aparecen para que las muerdan. Me caen también.
Para frivolidad de la muerte, nada mejor que mis adorados Monster, nuevamente, ya que German no deja de ser un ser creado con diferentes cuerpos de cadáveres.
En cuanto a lo grafico, reconozco que me apasiona. Siempre adore las calaveras de escayola que utilizo para adornar mi casa y las películas de terror con muchos fantasmas.
Por eso recomiendo profundizar a todo el mundo en lado divertido de la muerte, para quitar yerro al asunto y reírse un poco.
El miedo gusta. Esa sensación hacia lo desconocido, hacia lo oscuro. Me trago todos los programas de cuarto milenio para vivir en cada historia las experiencias cercanas a la muerte. Yo siempre imagino la mía propia como la de la película Ghost, con un túnel luminoso y todos mis seres queridos fallecidos esperándome al otro lado, pero antes espero haberme levantado unos metros sobre mi mismo y contemplar el entorno.
Que extraña relación con la muerte la mía. Prefiero pensarlo y así cuando llegue no me asusto.
Volviendo a lo frívolo, antes hablaba de Rascayú. Un cadáver viviente. Es curioso, desde pequeños vemos esqueletos hasta en el colegio y sin embargo dudamos de ser nosotros mismos por dentro, como rascayú, que es un cadáver y le preguntan ¿Cuándo mueras que haras tú?.
En un viaje que hice a Asturias con mi amigo Pepe, estuvimos en una pequeña iglesia románica en medio de una pradera que gracias al párroco pudimos visitar ya que estaba en obras. Cuando entramos todo el claustro estaba levantado. Centenares de huesos se amontonaban en sepulcros descubiertos, perfectamente conservados. Esqueletos de niños pequeños y en especial recuerdo una tumba con un adulto y un niño en el mismo hueco. Varios antropólogos se paseaban entre ellos tomando muestras y clasificando. Recuerdo esta experiencia con una de las más místicas de mi vida, por todo lo que llegué a pensar sobre la muerte en ese momento y que paso de reproducir aquí.
Los cementerios, sobre todo los antiguos me parecen un lugar perfecto para pasear. Últimamente le he cogido gusto al de la Almudena. Tan grande y lleno de famosos. Así tengo la posibilidad de tenerlos cerca aunque sea muertos. Dos de mis mitos están allí: Enrique Urquijo y Lola flores. Me encanta perderme por entre las tumbas leer las inscripciones y hacerme fotos en las mas bonitas, ya que hay verdaderas joyas funerarias. Recomiendo a todo el que pueda que lo visite, porque resulta mucho mas apasionante y tranquilo que el Retiro.
Admiro a los ancianos de los pueblos que cuando les preguntan que tal están contestan : “Aquí, esperando la muerte“. Que realismo sus palabras. Ojala yo pudiera asumirlo con tanta naturalidad.
En fin y por terminar, decir que si nos reímos de la muerte, sobre todo de la propia, seguro que vivimos, lo que nos quede muchísimo mejor que si nos olvidamos de ella, como si fuera algo ajeno que seguro que nunca nos tocara.

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