

Se debe vivir sonriendo, incluso riendo, aunque esta sonrisa sirva tan solo para ocultar un pesar. El otro día, escuchando a Punset y sus invitados en “Redes“, comentaban sobre como la actitud física influye sobre la mental y viceversa. Es decir, no solo cuando estamos contentos sonreímos, sino que si estando tristes forzamos durante unos segundos una sonrisa, conseguiremos también forzar nuestro cerebro para que segregue las suficientes hormonas como para hacernos algo más felices. Así que a reír, me dije.
¿Qué es la vida? Me pregunté entonces. Tras unos minutos de reflexión caí en la cuenta de que exactamente no sé lo que es, pero si que deduje lo que no debe ser. No debe ser desprecio, ni apatía. No debe ser egoísmo ni soledad. No debe ser fijación por el trabajo, irresponsabilidad, ni exceso de lo contrario. Al final, al hacer un recuento de mi vida, me di cuenta de que durante todos estos años que llevo sobre la tierra, sólo una cosa me ha hecho feliz: El amor. Por muy cursi que resulte, lo que nos hace felices eso. Y no solo el amor de pareja. No. El amor hacia nuestros amigos, hacia nuestros padres y hermanos, hacia Dios e incluso hacia aquella persona que prácticamente no conocías, y ayudaste. Es lo único que te hace bien: El amor. Erich Fromm en “el arte de amar” lo explica perfectamente.

Tras la muerte de Vicente Ferrer, ex jesuita español que dedicó toda su vida a luchar por los derechos de los ciudadanos de la india, me sumí en una profunda reflexión sobre el valor de la vida humana. ¿Cómo es posible que una sola persona pueda hacer tanto por los demás, y los demás no hagamos nada ni siquiera por una sola persona? ¿Cuánto vale la vida de hombres así en comparación con la mía? ¿Cuánto tiempo malgasto en cosas inútiles y egoístas?
La vida es una búsqueda continua. La búsqueda de gente buena, de una simple conversación, de un buen libro, de una canción que ponga en marcha nuestros sentidos, de un amigo nuevo, de un instante fugaz de felicidad, de un intentar comprender a todas las personas que piensan diferente a ti. Conocerlas y aceptar la diversidad forma parte de la vida.
Muchas veces miro alrededor, freno en seco y pienso ¿Acaso hice feliz hoy a alguien?¿Acaso le cause algún daño sin querer? ¿fui critico? ¿fui envidioso?.Conviene pararse a reflexionar un ratito cada día para no olvidarnos de lo que somos y no vivir tan deprisa. Intentar cada día ser un poco más persona y crear en la medida de lo posible un mundo mejor, empezando por tu propio entorno. Eso es para mí la vida, aunque muchas veces, la mayoría, no pase del color gris, ese que tanto me gusta. Al fin y al cabo si todo fuera multicolor, me olvidaría de que también existe el negro.