
Siempre me llamaron la atención las esquelas. Recuerdo que en el instituto tuve una temporada que me dio por llevar la carpeta forrada de esquelas que recortaba del ABC, y que a mí me

parecía de lo mas trasgresor, algo así como un desafío a lo establecido. Tonterías de la adolescencia.
Fuera de lo que a mi me llame o no la atención, lo que esta claro es
que las esquelas suelen ser un reflejo de la sociedad. Viendo la esquela de un finado se pueden adivinar diferentes rasgos: si

creía o no en otra vida, o si quien creía era su familia. Si se llevaban bien los familiares y aparecen todos bajo el nombre del difunto, o si alguno de ellos no ha estado muy dispuesto a correr con los gastos del sepelio. Así, de esta manera, observando atentamente el diseño de la esquela podemos hacer un buen retrato del entorno.
El mundo de las esquelas, como el de todo lo que rodea la muerte, esta claramente en desuso.

Hoy en día las personas mueren discretamente, y gastar dinero para publicarlo en un periódico cuando se puede destinar a otra cosa no tiene mucha cabida en la sociedad actual. Las esquelas han pasado a formar parte de la alta sociedad, al menos las que se publican, porque aun en los
portales, cuando fallece algún vecino, podemos encontrarnos con la esquela.
Existen diferentes tipos: las famosas por ejemplo. ¿Alguien no ha visto nunca la esquela del
General Franco?. Las esquelas simpáticas, que personalmente son las que mas me gustan, en

esas que dicen si los hijos rezan o no por el difunto o si pagan o no su funeral. También están las Esquelas biográficas, que en muy pocas líneas redactan la vida e intereses
del finado.
Todo un estudio sociológico que se puede encontrar observando los periódicos de las
hemerotecas, los portales, las farolas de las calles con mas paso, y los lugares donde habitualmente nos encontramos con estos pequeños y fúnebres retratos de nuestro entorno.
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