El cementerio está formado por un armonioso conjunto de callecitas y senderos con flores y lápidas a ambos lados. En su entrada hay un mapa donde nos sitúa las tumbas más célebres.
Cuando se llega a la tumba de César Vallejo le vienen a la memoria unos famosos versos “Me moriré en París con aguacero, un día del cual ya tengo el recuerdo.” No en vano, el escritor peruano pronosticó su final y acabó sus días en la pobreza y la soledad de un hospicio parisino.
“Deambulo por los días como una puta en un mundo sin aceras”, posiblemente Emil Cioransienta en su propio polvo sus palabras, escondido entre las innumerables lápidas del cementerio.
Vivos y muertos: extraño collage. En la serena atmósfera del cementerio de Montparnasse, los curiosos pasos del viajero se mezclan con el silencio final de hombres y mujeres que no son más que polvo y algunos, con suerte, también recuerdo.
Atracción turística en estado puro aunque inevitable para muchos de nosotros. De todas maneras, ningún mal hace llevarle unas rosas a Sartre, un sombrero de copa a Beckett, y unos gitanes o una cinta de jazz a Cortazar.
El día de las fotos, al igual que muchos otros parisinos, estaba tan gris como Montparnasse. Pasen y disfruten del arte, la tristeza y la muerte en el espectáculo de sus tumbas mas bellas.
Mil gracias a mi amigo Pepe que, aunque se ha negado a escribir este post resistiéndose a pesar de mi insistencia, a cumplido a la perfección con su labor de corresponsal en Francia. Esta entrada es por, para y de él.
Todas las fotos, pinchando aquí.